El líder real frente al líder imaginario

liderazgo

Como ya mencioné en el post La motivación es la clave, desde mi punto de vista, el término “líder” es algo que se ha puesto muy de moda dentro de cualquier entorno profesional. Las viviencias me mostraron a personas desempeñando cargos de cierta relevancia que creen estar de merecer tal título o incluso, estar por encima del mismo.

También me tocó ver lo contrario, me refiero a personas con potencial para liderar que no se animaban a dar el paso o simplemente anuladas externamente para que no puedan desarrollarse como tal.

Pocos han sido los casos en que me encontré con líderes reales ejerciendo bien su papel.

La idea de este post no es otra sino la de plasmar las diferencias entre lo que yo llamo líder real y líder imaginario.

* El líder imaginario:

_ Hace constar que es el (la) líder.
_ Se esfuerza continuamente por hacer notar su presencia.
_ Cada vez que puede, “muestra” su “superioridad” al resto del grupo.
_ No escucha, no acepta consejos y mucho menos, críticas.
_ Se jacta de su autoridad o la de su cargo para justificarlo todo.
_ Es manipulador.
_ Es egoísta, se a través de su ambición personal.
_ Es capaz de desmoralizar y/o menospreciar a miembros del equipo.
_ Es déspota.
_ Fuera del centro de trabajo “sigue siendo quien es”.
_ Se cree más importante que los demás.
_ Favorece a quienes le hacen la pelota.
_ Si ve algún miembro del equipo con aptitudes, lo toma como un competidor y lo desprestigia.
_Piensa desde el «hoy».
_ Se siente atacado ante la primera propuesta que altere su “esquema” o metodología de trabajo.

* El líder real:

_ Se considera uno más del equipo.
_ Mantiene el perfil bajo.
_ Asume responsabilidades.
_ Favorece la comunicación, le gusta el feedback.
_ Hace su trabajo respetando el de los demás.
_ Ante todo, es humilde.
_ Es asertivo.
_ Mantiene una visión global de la situación.
_ Favorece el esfuerzo común con el fin de lograr que cada miembro del equipo alcance su objetivo personal, logrando también el colectivo.
_ Mantiene distancias entre su ser “profesional” y su persona.
_ Es justo.
_ Reconoce que todos los componentes del equipo son importantes.
_ Sabe motivar.
_ Tiene mentalidad largoplacista.
_ Es pragmático.

A simple vista parece que se trata de cosas fáciles, llenas de sentido común, pero la experiencia me mostró en más de una ocasión que a veces no es tan así.

Escritura creativa

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Empecé a escribir poesía como un modo de desahogo cuando tenía 13 años, la adolescencia se presentó difícil y en las letras encontré refugio.

A medida que fui descubriendo las letras comencé a dejarme llevar por las emociones y como parte típica de la edad, los poemas de amor fueron adueñándose de gran parte de lo que escribía.

Apenas me salía de lo marcado, cuando rondando los 18 años la visión, la ayuda y el convencimiento de dos personas hicieron que comenzara a tomarme la escritura como algo un poco más serio.

Hasta ese entonces guardaba en secreto cada retrato en forma de verso, mitad por vergüenza, mitad por falta de aceptación de los que me rodeaban, pero poco a poco fui dejando asomar esa parte que estaba oculta dentro de mí.

Las voces amigas insistían en mi talento pidiendo que lo desarrollara. Tímidamente al principio, pero a medida que fui ganando confianza comencé a participar en exposiciones, mas tarde en concursos y cuando finalicé segundo en un certamen de poesías me convencí de que las letras merecían la pena.

A partir de los 18 años comencé a tomarme la literatura realmente en serio, aquello que en un principio fue un mero desahogo estaba ganando terreno en mi vida y finalmente abrí la puerta de aquel closet para que el mundo supiera que la escritura iba mucho más allá del pasatiempo. Tuve que atravesar un duro paisaje, pero a fuerza de tenacidad y constancia aquellos que en un principio se burlaron, acabaron por aceptar el significado de lo literario en mi vida.

También me divertí, dejé de lado la poesía simple y me atreví a jugar, a experimentar, a descubrir otras formas de escribir en verso y además conocí un océano en el que quise navegar, el de la prosa.

Pasado el tiempo y en otro continente, las ideas y sueños que estaban en mi imaginación cobraron forma cuando amalgamé una parte y la llamé Equilibrium, libro concebido como una mezcla entre magia y evolución. Muestra del crecimiento personal y del equilibrio alcanzado hasta aquel momento.

Mi ambición pedía más y sentía la necesidad de ir continuar avanzando, de la actualización de mi forma de escribir y sentir la vida di luz a Ilusiones (Ek 2.0), marcando continuidad en mi hacer y mostrándome un poco más en profundidad. La experiencia fue buena, algunos medios locales se interesaron en mi trabajo y continué explorando, quería seguir.

De esa necesidad surgió la posibilidad de redactar artículos en diferentes sitios web y me animé al reto, agregué una guinda elaborando contenidos propios en mi primer blog, dedicado íntegramente a la difusión artística y del que guardo un grato recuerdo.

Paralelamente mi mente elaboraba diferentes proyectos, algunos (como este blog) están cobrando forma, otros siguen en desarrollo, pero el más importante es toda una realidad.

El sueño de concretar un libro de manera totalmente profesional e independiente se materializó con Le Mie Parole, donde acentué mis palabras y finalmente la prosa ganó espacio a los versos. Una muestra de mi madurez creativa condimentada con mi costado más simple y donde dejo abierta la puerta a posibles nuevas historias que tal vez llegue plasmar.

De aquel niño que inocente volcaba sentimientos en papel queda gran parte de la esencia y la capacidad escritora, la que me empuja llenándome la vida y que pasó de ser un refugio a convertirse en una pieza fundamental de mi alma.

 

Acerca de las entrevistas grupales y la manipulación del lenguaje

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Hace poco recordé varias situaciones que me han tocado vivir en épocas de búsqueda activa de empleo.

Coincidentemente las tres situaciones que me vinieron a la mente tenían que ver con el tipo de entrevistas dinámicas o de grupo (quedaría mejor que cada cosa tuviera el nombre que realmente le corresponda).

Cada vez se habla más acerca de la importancia de la comunicación en todo lo que concierne al mercado laboral, pero a la vez, también se dice poco acerca de la manipulación del lenguaje que se utiliza y es ahí donde se ha creado un abismo que cada quien lo utiliza según su conveniencia.

Para no irme por las ramas pasaré a describir las tres situaciones que recordé:

* La primera fue durante una especie de entrevista/presentación donde además de mostrar la marca y dar a conocer la empresa se buscaba un perfil de líder que sea capaz de… etc, etc. A todos los asistentes se nos había entregado un formulario en el que debíamos responder diferentes preguntas acerca de nuestra capacidad dentro y fuera del entorno laboral; recuerdo que la última pregunta redundaba en aquello que ellos buscaban y decía así: “Te sientes un líder?” y dos opciones SI o NO.

En un determinado momento, la persona que dirigía la entrevista/presentación comienza a contar algunas de las condiciones que ofrecía la joven compañía, que no eran las mejores, por lo que uno de los asistentes se puso de pié, entregó su formulario y se marchó. La persona que dirigía la reunión, tomó el papel y dijo al resto del grupo “Respondió que SI se siente un líder, pero se fue. Un líder jamás abandonaría al grupo”. El resto de los que estábamos, imagino que por no sentir una situación de desprestigio, se quedó en su asiento hasta el final.

* La segunda vez fue durante un curso en el que llegado a un punto se habla acerca de la asertividad y se la explica como una forma de comunicación ascendente y un modo de razonar beneficiando el entorno laboral siempre respetando las jerarquías. Aquí no había posibilidad alguna de intercambiar respuestas, por lo que la asimilación del concepto generado, seguramente debería haberse tomado tal y como lo decían.

* La tercera aconteció también durante una entrevista grupal o dinámica, donde la persona encargada de la selección explicó el término “proactividad” como el hecho de, si hace falta, no hacer los descansos correspondientes por permanecer infranqueable en el puesto o quedarse mucho más tiempo del que corresponde en el trabajo, sin esperar nada, sólo pensando en terminar la tarea encomendada e incluso planteando la posibilidad de elaborar continuamente durante el tiempo libre estrategias para mejorar la productividad o las ventas. Después de haber hablado, los que estábamos permanecimos en silencio, un sin palabras que hablaba por sí mismo y del que ésta persona nos dijo “ahora es cuando debería verse vuestro entusiasmo y vuestra proactividad”.

En los tres casos se utiliza un tipo de lenguaje que queda bien, esas palabras que están de moda decir y que la mayoría de las personas que buscan empleo no conocen del todo.

El problema se plantea cuando entre los entrevistados hay alguien que conoce un poco más que el resto y se da cuenta que lo que se dice es una especie de verdad a medias, palabras maquilladas que en realidad no hacen mas que mostrar la verdadera cara de lo que se intenta disimular.

Sinceramente pienso que este tipo de situaciones dejan muy mal parados a ciertos reclutadores, lo malo es que genera muchas dudas acerca de como serán los demás,si también actuarán igual. A la vez también pienso que estos reclutadores no son más que empleados que están a sueldo de otra persona que es la que realmente quiere un perfil determinado y utiliza todas las herramientas necesarias para llegar a ese perfil.

Obviamente las entrevistas de este tipo se utilizan para intentar anular la capacidad del individuo, ya que en caso de querer mostrar personalidad tendría que “enfrentarse” al resto del grupo, corriendo el riesgo de ser señalado con el dedo, amedrentado o incluso utilizado como ejemplo de lo que no hay que hacer. Da la sensación de que se buscan personas que no desentonen, sumisas, no solo al grupo, sino al que dirige la situación.

Aquellos que saben utilizar el lenguaje son hábiles y muchas veces lo utilizan para mostrar superioridad, es el juego del “yo te puedo dar trabajo y yo puedo decir o hacer lo que sea”.

En este punto y para finalizar quisiera dejar una reflexión o mas bien una pregunta: No sería más fácil para las empresas y reclutadores ser transparentes? Decir: buscamos un perfil X y quienes lo tengan bien y quienes no, no.

Sería mucho mejor, algunos perderíamos menos el tiempo viviendo situaciones así.

Nota: Más allá de la función útil de la mecánica de grupo, este post intenta no atentar contra el buen hacer de aquellos que buscan alcanzar el equilibrio dentro de un equipo.

Los compañeros y jefes tóxicos

Por pedido de una lectora del blog voy a dedicar el tema de este post a tratar sobre los compañeros y jefes tóxicos.

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Entre las cosas buenas de llevar trabajando desde los 16 años (más de media vida) es que he podido conocer muchas maneras de obrar y diferentes ambientes laborales, los hubo buenos, muy buenos, malos, muy malos y hasta pésimos; tanta experiencia que a día de hoy me permite tener una visión diferente a la hora de definir un equipo de trabajo.

Quisiera aclarar que este post podría cerrar algunas de las ideas expuestas en el que escribí acerca de ¿Cómo afecta la gestión del ambiente laboral a la estrategia para afrontar la crisis?.

Para poder tratar el tema quisiera citar cuatros ambientes laborales concretos en donde la toxicidad estaba siempre presente.

Cada uno es diferentes, pero tienen cosas en común:

* En el primero la toxicidad comenzaba por el propio jefe, el dueño de la empresa, su piramidal estructura permitía que quien le sucedía en la organización fuera un amigo personal y en la influencia que ejercía éste último se basaban muchas de las decisiones acerca de la organización, si algún empleado le caía mal, era de esperar que al jefe también.

* En el segundo caso la toxicidad también partía de los jefes, una sociedad formada por personas que a fuerza de gritos y rivalidades mutuas habían conseguido prosperar incluso maltratando a los empleados.

* El tercero es diferente, pues en este caso la toxicidad se encontraba entre parte de los mandos de menor jerarquía y una porción de los empleados de base. Al ser una empresa familiar cada uno tenía asumido hasta donde podría progresar, lo que impedía ciertas rencillas, pero no evitaba corrillos ni otro tipo de situaciones desagradables.

* El cuarto caso es el más grave, en éste lugar el nivel de toxicidad estaba instalado en todas las partes, el ambiente estaba cargado de competencias, mobbing, cotilleos, pasotismo, etc.

En todos estos ejemplos se encuentran involucradas las personas que desempeñan cargos de responsabilidad, lo que desde mi visión se explica como que si existe un ambiente de base tóxica es porque más arriba hay alguien que lo permite, lo tolera o hasta forma parte del mismo.

Hubo quien alguna vez me dijo que a las empresas les gusta tener personas tóxicas, pues las utilizan como satélites que les mantienen informados acerca de lo que sucede en los peldaños mas bajos, imagino que ante una realidad semejante es necesario saber contener a este tipo de personas.

A continuación quisiera enumerar cinco de las actitudes más tóxicas que pueden encontrarse:

* Envidia: La envidia puede darse por diversos factores, desde una cuestión física o hasta porque la otra persona tiene un puesto mejor, ésta actitud puede derivar en la competencia y en ocasiones esa competencia puede superar los límites, pudiendo llegar a dividir al grupo y hasta poner en peligro el funcionamiento del centro de trabajo.

* Cotilleos: Los dimes y diretes son prácticamente habituales, sobre todo en la puestos de base, pero cuando la comunicación es ineficaz puede instalarse en todos los ámbitos del entorno laboral, siendo uno de los más peligrosos, ya que cuando no existen límites para éste tipo de comportamientos también puede verse afectado el funcionamiento del mismo.

* Incompetencia: La incompetencia, desde mi punto de vista, es la conjunción de varias “cualidades”, no se trata solamente de “no servir” o “no estar apto para el puesto”. Las personas incompetentes pueden incluso realizar labores de responsabilidad., se trata de personas que pueden hacer mucho daño al equipo, ya que aquí se engloban personas mentirosas, manipuladoras, holgazanes o pelotas.

* Prepotencia: La prepotencia puede estar instalada tanto en los puestos de base como en los jerárquicos. Las personas prepotentes tienden a menospreciar o a ridiculizar a otros compañeros, los motivos por los que lo hacen varían, pero siempre se ataca a aquellos a los que se ve más vulnerables, ya sea a los trabajadores recién incorporados, a los más débiles de caracter o a los trabajadores discapacitados. El sentimiento de prepotencia es el germen del mobbing o acoso laboral.

* Miedo: Es el peor de los sentimientos, el miedo puede hacer que una persona se vuelva totalmente pasiva ante otra prepotente, por miedo a perder el empleo se obedecen hasta las órdenes más ridículas, por miedo a perder el puesto puede apartarse a un empleado talentoso, etc. El miedo es destructivo y muchas veces viene provocado por la sensación de inseguridad y es a raíz de ésta de la que nacen muchas de las conductas tóxicas.

¿De qué manera se puede reaccionar ante los compañeros o jefes tóxicos?

La opción más fácil es alejarse lo antes posible del lugar de trabajo, pero cuando no se puede lo que recomiendo es reaccionar de otra manera. Personalmente opino que lo más oportuno sería usar la asertividad en la relación con las personas tóxicas, utilizando una comunicación fluida y eficaz que permita el menor tipo de contaminación. Es difícil trabajar esta cualidad, pero saber utilizarla puede ser lo más beneficioso en las relaciones laborales, aun en los ambientes más tóxicos.

La motivación es la clave

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La motivación es una pieza fundamental en cualquier ámbito de la vida para la consecución de las cosas que se desee.

En lo que respecta al mundo laboral, un correcto uso de la misma puede servir no sólo para alcanzar los objetivos sino, entre otras cosas, para aumentar los beneficios.

Uno de los puntos más importantes para la motivación es la creación del sentimiento de pertenencia, ya sea al equipo de trabajo o a la empresa en general, ese sentimiento es sustancial ya que hará que cualquier miembro del engranaje considere mucho más su valía y por tanto, aumente su rendimiento.

Además del sentimiento de pertenecer habría que crear también un sentimiento de fidelización. Así como muchas empresas se esfuerzan en fidelizar a sus clientes, también es importante que el empleado sea fiel a la firma o al equipo de trabajo. Lo que en Argentina, futbolísticamente se dice: sentir los colores del equipo, sentir la camiseta.

En ambos casos todo depende de la forma de motivación del líder, por ende, es imprescindible que se cuente con uno. Digo esto teniendo en cuenta que últimamente el término “líder” se está poniendo de moda, provocando que muchas veces personas que ocupan puestos de relevancia o de cierta relevancia consideren que por estar en tal situación son líderes, cuando en realidad es todo lo contrario.

Personalmente me ha tocado vivir experiencias de muy buena motivación, por ejemplo: trabajando como vendedor, dónde los sábados nuestro equipo se fijaba un objetivo y si éste se alcanzaba el líder invitaba a pizzas con la comisión que recibía por nuestras ventas. Ese hecho daba la imagen de una persona justa, que prefería perder una parte de su ganancia compartiéndola con los suyos, haciendo que sea otro aliciente para que fuera seguido por el equipo. Por algunas situaciones como esta, cuando llegaba fin de mes y se hacía el cálculo de las ventas, nuestro equipo muchas veces lideraba el ranking.

Otras experiencias que tuve se dieron en pymes, en las que imperaba el sistema paternalista, donde se recompensaban las buenas obras, pero ésto lo hacían con la misma facilidad con la que se silenciaban hechos que disgustaban a la patronal.

Recuerdo también una vez haber oído el caso de una metalúrgica grande, donde todos los años se organizaba un campeonato de fútbol entre las diferentes secciones, tanto las de oficinas como las de producción y a los ganadores se les obsequiaba un viaje con gastos incluídos. Obviamente era en otra época pero ésto hacía que los empleados asistieran siempre al trabajo, respetaran las normas internas, creaba un ambiente de sana competencia y al darse tantas situaciones favorables aumentaba la productividad. La motivación en este caso funcionaba.

Sea cual fuere el método para motivar, detrás se esconde siempre el deseo de aumentar la productividad y por supuesto, la ganancia.

Hoy en día se tiene la sensación de que importan más los resultados económicos obtenidos a cualquier precio, parece fundamental mantener unos estándares de ingresos sea como fuere y lo que debería ser motivación se transforma en “o se produce lo necesario o te vas a la calle”.

Para conseguir resultados favorables es necesaria la implicación real de todos los componentes de la empresa y para crear esa implicación es necesario saber motivar desde arriba hacia abajo, mostrando el ejemplo a seguir, creando el contagio de buenas actitudes, haciendo que el conjunto tire hacia el mismo lado.

Un líder auténtico motiva desde la premisa ganar-ganar y terminan ganando todos, porque lo acaba consiguiendo.

Resiliencia

La resiliencia se entiende como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas”

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Cuando tenía seis años pasé de viajar arriba de un autobús a terminar siendo arrollado por el mismo. Tuve que volar desde el sur de Argentina hasta un hospital en la capital para que me amputaran la pierna izquierda, previo intento de reconstrucción.

Cuentan que al llegar al lugar el serrucho me estaba esperando, pero una decisión acertada de mis padres impidió que aquello sucediera.

Siete operaciones en casi un mes y medio y una colección de traumas hicieron posible que me dieran de alta.

A partir de entonces tenía que convivir con mi pierna izquierda reconstruida entre la rodilla y el pie, fractura de pelvis y tobillo, cicatrices en ambas piernas desde las rodillas a las ingles, ya que de ahí se aprovechó piel para hacerme injertos, además de escoliosis y hasta ese momento era eso.

Obviamente los cuidados tenían que ser extremos, la mínima infección podía derivar en gangrena y si había gangrena había amputación; no recuerdo la picazón, pero si recuerdo que a pesar de dormir con las manos atadas para evitar que me rasque y me lastime, al despertar ambas estaban rojas.

Según los hombres de la bata blanca, la silla de ruedas sería mi amiga inseparable, pero esas cosas que tiene la mente hicieron que soñase que caminaba y así, unas horas antes de ir a elegir mi medio de transporte una fuerza me impulsó para ir sosteniéndome, en pie y aferrándome a las paredes pude llegar y quedarme quieto en el mismo lugar que había soñado. Si, los sueños pueden hacerse realidad.

Hubo que hacer un cambio importante en el tratamiento, tenía posibilidades de volver a caminar.

Fue con siete años y un par de días que tuve volver a aprender a ponerme de pie y a dar mis primeros pasos por segunda vez en la vida.

Nuevamente los médicos dictaminaron y dijeron que quedaría rengo, cojo, que entre los problemas de las piernas y la espalda llegaría a los treinta años con bastón.

Tres meses después estaba caminando sin ningún tipo de inconvenientes, me cansaba más, no usaba pantalones cortos (el ojo de la gente hacía efecto sobre mi cuerpo), llevaba protecciones de crema cicatrizante, gomaespuma y vendas elásticas que además de pesar y picar hacían de musculatura y protección.

Me dijeron que hacia los dieciocho años y según como vaya creciendo esa malla (esa era el nombre de lo que me habían hecho) realizarían una operación que estiraría mi piel sana y recubrirían las heridas, una cuestión de estética y una esperanza que desapareció el día que me dijeron que crecí demasiado, que sería imposible. Me disgustó, pero no lloré, no lloré tanto, por aquel entonces fue una desilusión más causada por mi pierna.

Paralelamente los problemas de espalda y de circulación iban creciendo a mi lado, los analgésicos fueron cada vez más fuerte y los dolores también.

Por esas cosas que tiene la ambición humana, aquello que debería haber sido para mis cuidados fue esfumado por las personas menos pensadas y en soledad, con mis problemas físicos a cuestas seguí mi camino.

A esta altura debe darse por hecho que no recibí los tratamientos necesarios y en un determinado momento mi cuerpo dijo basta y de tanto en tanto un mes en cama acompañaba mis dolores y mi vida.

Al igual que cuando era pequeño, la necesidad y la fuerza interior me hicieron levantar de la cama y buscar una alternativa.

Hoy, pasada ya la dichosa barrera de los treinta, no llevo bastón, los dolores duelen, pero duelen menos, las heridas físicas siguen ahí, presentes como tatuajes.

Orgulloso puedo salir al mundo y decir que todo eso es parte de mí. El haber superado las expectativas de los que saben, el mirar debajo de mi cintura y no sentir vergüenza de mí mismo, porque todo eso, todo el dolor es lo que me ha hecho fuerte, lo que me ha hecho ser quien soy.

Es cierto, no he jugado mucho a fútbol, pero me dediqué a estudiar, me dediqué a conocer, a observar, a pulirme.

Nunca creí en mis dificultades y siempre me consideré igual a todo el mundo, por eso cada vez que contaba mi caso había quien no lo creía, porque siempre viví como el resto, haciendo cosas similares, aparentemente sin ningún tipo de problemas físicos, cuidándome un poco más, pero a la altura de las circunstancias.

No sólo las experiencias me han hecho fuerte, sino que me han vuelto más seguro de mí mismo, de mi capacidad. Discapacitado es una etiqueta social que hasta el día de hoy me queda pequeña.

He crecido continuamente mirando hacia adelante, por eso es que siempre busco superarme día a día, aprendiendo, mejorando hasta alcanzar cada objetivo, hasta superar cada desafío que se presente.

Tengo que admitirlo y lo digo con orgullo, estoy feliz de ser quien y como soy. Estoy muy feliz de ser resiliente.

¿Cómo afecta la mala gestión del ambiente laboral a la estrategia para afrontar la crisis?

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En el nuevo escenario laboral se hace especial hincapié en las habilidades sociales de cada individuo que forme parte del equipo de trabajo.

Poco a poco se está volviendo normal, a la hora de incorporar personal, la utilización de tests, lectura del lenguaje corporal y demás métodos que aporten indicios sobre las cualidades de cada candidato.

Podría decirse que en teoría muchas empresas se afanan en consolidar el equipo perfecto, aunque en la práctica las cosas parecen ser muy diferentes.

Este nuevo escenario laboral está regido por una situación económica desfavorable que puede traducirse en el aumento de las presiones en el trabajo, el miedo a perder el empleo o la contínua competencia por parte de los miembros del grupo. Este último punto es fundamental, ya que si el objetivo principal es hacer frente a la crisis y superarla, lo mejor es aunar fuerzas por parte de todos los componentes y empujar hacia el mismo lado para de ese modo obtener el fortalecimiento real del equipo de trabajo.

Dentro de esta realidad puede apreciarse como muchas empresas, grandes y pequeñas, improvisan decisiones sin la suficiente capacidad para notar el cortoplacismo de las mismas.

Entre las medidas más importantes para superar este trance podría destacarse la correcta coordinación del equipo de trabajo en las diferentes áreas, pieza fundamental para una estrategia real y largoplacista, ya sea si se trata de una pyme o de una multinacional; vencer la falta de seguridad debería ser otro de los aspectos importantes de éstas tácticas, en la que también podría incluirse el cada vez más visto esfuerzo por mostrar y hacer públicas las políticas de “buenas prácticas” con las que se pretende hacer ver una cara amable, cercana y que caiga bien al cliente.

En la realidad ese entrecomillado recae en la visión de cualquier lugar de trabajo, donde podemos encontrarnos con diferentes tipos de personas: el simpático, el apático, el empático, el antipático, el sumiso, el trepa, el pelota, el cotilla, el chivato del jefe, el sindicalista e incluso aquel que se limita a hacer su trabajo, pero todo eso va quedando de lado a medida que se profundiza más en las verdaderas relaciones dentro del entorno laboral.

Hace un tiempo, en un curso, la persona que lo impartía hablaba acerca de las empresas que fomentan el “malrollismo laboral” y cómo de ese modo cada empleado hace su trabajo alejado del resto de sus compañeros para así “aumentar su rendimiento”, pero el problema se produce cuando ni tan siquiera se sabe gestionar el malrollismo, provocando la ausencia total de compañerismo o la instauración del mobbing como una pieza más.

Mención aparte merecen los errores y horrores en la comunicación.

Estos problemas en la gestión de personas pueden provocar pérdidas no sólo económicas, muchos talentos se van alejando de los objetivos y estrategias de las empresas por situaciones tales y cuando me refiero a alejarse no se trata de ir a trabajar a la competencia, a veces para alejarse basta sólo con acudir, fichar, trabajar, volver a fichar y salir para al día siguiente hacer lo mismo; me refiero al fomento de la apatía laboral, la falta de motivación y las pérdidas que eso produce.

Lógicamente cuesta trabajo estructurar un grupo, armar un equipo, cada persona es diferente y a veces la conjunción puede plantear roces y es ahí dónde debería intervenir la figura del líder, si es que lo hubiere.

Muchas veces (sobre todo en las grandes empresas) la descentralización o la falta de capacidad en los mandos (también en las pymes) produce que el método de dirección se acerque al estilo Laissez-faire.

Por eso quisiera cerrar el post con una pregunta hacia reclutadores y/o sabedores de RRHH:

“¿Realmente qué estáis buscando cuando decís que buscáis personas con habilidades sociales: verdaderos talentos, sumisos capaces de seguir directrices sin sentido, formadores de mal rollo o simples piezas desechables?”