Sobre las reacciones acerca de El negocio de la discapacidad

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Cuando escribí El negocio de la discapacidad lo hice para cerrar algunas de las ideas expuestas en La discapacidad laboral, lo que no esperé en ningún momento fue la trascendencia de dicho post.

A día de hoy las estadísticas dicen que fue visto unas 678 veces (la gran mayoría durante los primeros 20 días después de su publicación), tiene 3 Me Gusta, obtuvo 7 comentarios (de 5 usuarios diferentes), ha sido compartido 81 veces en LinkedIn, 9 veces en Twitter, 58 en Facebook y otras 5 en Google+. Debo decir que hasta el momento es mi post más popular.

Lo curioso es que en cuanto a comentarios, los negativos (públicos) superan a los positivos (privado). De los comentarios negativos solo una persona se identificó y argumentó las mismas palabras tanto en el blog como en LinkedIn, a pesar de las diferencias de opinión me alegra saber que al menos una persona haya “dado la cara”. En cuanto a los comentarios positivos solamente uno fue hecho por una persona identificada, el resto llegaron todos por privado. El criterio entre lo negativo y lo positivo lo marca el estar a favor o en contra de lo escrito.

Me llamó enormemente la atención que los comentarios favorables hayan sido de manera privada, realizados por personas con discapacidad que se tomaron la molestia de buscar mi sitio web y enviarme su opinión o quienes respondieron al blog pidiendo que no publique sus opiniones.

Una de las premisas de 50skills es la publicación de todos los comentarios, tanto a favor como en contra de cada posteo, está en mi mano la posibilidad de aprobar o rechazar cada uno, pero así y todo, decidí permitir las opiniones contrarias.

Al otro lado, en mi bandeja de entrada, llegaban emails de personas con discapacidad felicitando mi atrevimiento, hubo quienes lo dijeron sin decir y otros lo plantearon abiertamente, pero existe miedo de opinar sobre la manera en que las empresas trabajan con personas con discapacidad.

Por respeto a esas personas no publicaré sus dichos pero iban desde los insultos hacia algunas de las respuestas a planteamientos muy serios de la situación real a la que tiene que enfrentarse una persona con discapacidad de cara al mercado laboral.

Es triste saber que existe el miedo a la opinión. Se dice que cuando una persona cree en algo no hace más que potenciarlo, debe ser que yo creo que una buena parte del mercado laboral se aprovecha de las personas con discapacidad, pues es con lo que me he encontrado.

Esto también pasa en el empleo ordinario, está claro que se somete a través del miedo, pero la diferencia es que en el caso de la discapacidad el mercado laboral es muy pequeño y muchas veces se obliga a las personas a conformarse con lo que hay, como si eso fuera demasiado, obligándola casi a una gratitud eterna hacia el mecenas.

Hace poco, durante una reunión decía que desde algunos sectores se pretende instalar la idea que una persona con discapacidad teniendo un empleo es feliz y nada más lejos de la realidad. Por supuesto que la solvencia económica ayuda al ánimo de las personas, pero no es lo único, hay otras cosas, entre ellas el desarrollo personal. Pero en el post hago referencia a esos “guetos” (como les llaman algunos) donde se encierra certificados de discapacidad y no personas, donde la manera de proceder es digna del siglo pasado o a esas empresas que refugiándose en la sigla RSC abaratan costes y aumentan sus ganancias.

Sigo pensando en que la responsabilidad es nuestra, de las personas con discapacidad, que está en nuestras manos revertir esta historia; soy consciente que cada casa es un mundo y que cada persona tiene una situación diferente a la otra.

Si llegamos a este punto, al miedo, es porque poco a poco hemos ido cediendo.

Ojalá este post deje otro tipo de comentarios públicos.

El post que no fue

imagesAcostumbrado a escribir dejé en formato antiguo (papel) dos entradas que todavía no se si debería publicar, la una trata acerca de la manera de percibir la relación entre empleados y empleadores y la otra sobre la gestión de la comunicación en las empresas. Lamentablemente llegué al punto en que al intentar escribir desde la objetividad y la imparcialidad casi caigo en la trampa del juzgamiento, no se si llegué a juzgar, pero vi los dientes de la tentación. A través de este blog quise dar validez a mis aptitudes de LinkedIn, aptitudes que son tan válidas como las palabras que escribo, además, fui contando experiencias tanto personales como laborales y es en estas últimas en las que más me he enfocado. Uno de los distintivos que quería que tuviera este blog era una pizca de informalidad, esa que aparece cuando comparo mi infancia con la logística o cuando hablo acerca de mi discapacidad, por eso, dentro de esa imperfección me permito también no hablar de nada, sincerarme con el lector reconociendo que lo políticamente correcto está de más ahora mismo. Esa manera de proceder es la que hace que no exista una periodicidad entre una publicación y otra, me da libertad y me quita de encima la presión de tener que satisfacer a mis lectores. Parece una postura egoísta, no recomendada por los entendidos del blogging, pero tal vez en esta contrapostura me siento mucho más cómodo y feliz, de hecho, este post es fruto de ello. El post que no fue me permite hacer un descargo acerca de algo que no me parece y a la vez, me acerca al lector diciendo que la falta de contenido no se debe a la falta de ideas, sino al exceso de pensamiento dual.